martes, 1 de mayo de 2018

Un chico extraño

Estaba en mi trabajo, temprano como siempre. Soy muy puntual respecto a mi trabajo. 

Los clientes de siempre, el señor Thomas pidiendo su café sin leche y sin azúcar. 

La chica universitaria, pidiendo su café con leche descremada y con poca azúcar. 

La madre con sus tres niños, llega corriendo a pedir su café negro, con azúcar. Paga gritando un gracias y se va siempre sin recibir el cambio. 

-¿Qué piensas de estas personas?- Pregunta un chico que no había visto antes. 

-¿A qué te refieres?- Replico. 

-Míralos, todos en sus vidas tan monotanas. ¿Tú llevas una vida así?- Observa el lugar con un café en su mano, luego, le da un sorbo a este quemándose un poco la lengua. Me ha causado un poco de gracias.- ¡Que idiota!. Exclama el joven.-Bien, en lo que estaba.- Vuelve en su semblante de chico observador.- Es decir, todos piden el mismo café siempre. Nadie se atreve a probar cosas nuevas, ¿sabes? Yo todos los días voy a una cafetería diferente, pido un café el cuál me parezca especial y observo a las personas. No me hace falta ser adivinos para saber que cada persona pide lo mismo cada mañana, hace la misma rutina cada día y, nunca hacen nada por cambiarlo. 

-¿Qué haces tú por cambiar tus mañanas? No creo que ir a una cafetería diferente todos los días y pedir un café distinto se le pueda llamar cambio.- Le cuestiono. 

-No, la verdad es que no. Pero, ¿sabes algo? Se siente bien, me hace no sentirme como un robot. A pesar de que mi día a día es el mismo, trato de cambiar algo cada mañana, empezar con un humor diferente. Hay personas que no necesitan cambiar de café, tal vez necesiten cambiar de peinado, de corte, de perfume, o hasta del color que les gusta. ¿Sabes por qué? Porque tal vez así sepan que es lo que los puede empezar hacer felices realmente.